ESTRÉS Y MEMORIA


Imaginen un aula en donde un grupo de personas están aplicando una prueba y el docente dice de manera súbita: “faltan 20 minutos para terminar el examen” … cara de angustia al instante y mente en blanco. Es que cuando estamos haciendo algo y nos dicen que el tiempo se acaba, nuestro cerebro entra en un estado de alerta que hace que en muchos casos olvidemos aquello que teníamos en la punta de la lengua.

En términos metafóricos, el estrés podría ser visto como una montaña rusa si estamos en ella por un par de minutos, es un “sufrimiento” que parece disfrutarse, pero una hora en semejante sube y baja ha de producir malestares desagradables que acabarían por agotar a cualquiera.

Sabemos que el estrés es una condición que nos acompaña siempre en mayor o menor grado, así que por sí mismo no parece ser un problema sino una condición de vida.

El problema surge cuando la duración y la intensidad van más allá de nuestras capacidades de manejo, entonces se ponen de manifiesto alteraciones que son causadas por esa desproporción en la cantidad de estrés a lo largo del tiempo.

La evidencia científica es contundente, el estrés crónico deteriora la memoria y además la “moldea”, ya que define la cantidad de información que recordamos pero además la manera en que lo recordamos.

Una pregunta válida es ¿Cómo genera el estrés alteraciones en la memoria?

Lo hace por distintos mecanismos, algunos de ellos están directamente ligados a los efectos de la hormona cortisol, la cual en cantidad abundante evita que podamos consolidar la memoria, es decir que formemos recuerdos que posteriormente podemos traer a nuestra mente.

Otro efecto interesante es que el estrés interviene con un área de nuestro cerebro llamado sistema límbico, el cual tiene una función importante en el control de las emociones, cuando estamos estresados nuestras emociones tienden a aplanarse; un tipo de “anestesia emocional” que nos limita en el disfrute de la vida y esta disminución en la sensibilidad emocional empobrece la memoria.

Para terminar, el estrés crónico se asocia al insomnio. El sueño es un fenómeno determinante para que nuestro sistema nervioso pueda cargar baterías y generar memorias, sin sueño satisfactorio la memoria se empobrece.

Entonces, ¿Por dónde empezar a estudiar nuestra salud en semejantes condiciones?
Una forma objetiva de valorar esta condición es analizando nuestra bioquímica corporal, el balance de nuestras hormonas, neurotransmisores, marcadores de inflamación y vitaminas que circulan en sangre, pueden darnos una idea de la condición fisiológica que tenemos y buscar cómo corregirla.

Dra. Erika Salazar Fernández